
Curioso, en mi agencia hemos sido más rápidos que el Corte Inglés y hemos celebrado la cena de Navidad un 27 de noviembre (prometo que no será la última).
El motivo: con tantas cenas, comidas, aperitivos que nos esperan, para que todo el mundo pudiese acudir, nos adelantamos al resto de fechas reservadas en las agendas y la ponemos ese jueves.
Puedo asegurar que no hubo ni un brindis de ¡¡FELICES FIESTAS!! pero eso sí, no falto ni un taxi para ninguno de los comensales (apuesto que dentro de unas semanas no podré decir lo mismo y sufriré un hipotermia a las cuatro de la mañana con los ojos perdidos y vidriosos en la inmensidad de las Castellana buscando esa luz verde que me salvará la vida pero que brillará por su ausencia).
Se pone en marcha el plan "cuantos más platos y más cantidad mejor" y si fuese un langostino emigraría a otras tierras (o mejor dicho, aguas). Con estas cenas, uno empieza y no sabe cuando acaba... bueno, generalmente cuando llega la frasca de pacharán.
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